Reflexiones durante un confinamiento.
Hubo quienes se dejaron la piel y arriesgaron la salud y la vida dando soporte asistencial (sanitarios, policía, guardia civil, profesorado, gente trabajando en supermercados, limpieza, residencias, asistentes sociales, profesionales de la psicología y el acompañamiento personal, etc).
Hubo quienes estuvieron tele-trabajando y con niños y con la logística propia del día a día y con suerte llegaban con energías para ver algo en TV por la noche.
Hubo quienes vieron a su gente (amigos, familia, etc.) más que nunca y descubrieron los ciber-desayunos, aperitivos y meriendas. Y hubo quien supo saltarse la norma impuesta externamente para hacerlo a su manera.
Hubo quienes reordenaron sus prioridades, sus amistades o sus valores.
Hubo quienes descubrieron un tesoro de valor incalculable en sus vecinos.
O lo contrario.
Hubo quienes descubrieron a sus hijos, les miró por primera vez a los ojos, les disfrutaron y se contagiaron de su inocencia y creatividad.
Hubo quienes sacaron tiempo de los rincones para ese curso on-line que tantas ganas tenían de hacer, o esas Ted-Talks tan interesantes o aquellos libros apartados en las estanterías “para cuando saque un rato”.
Hubo quienes reestructuraron su casa superando a la mismísima Marie Kondo.
Hubo quienes se dejaron arrastrar por las noticias, cifras, política y, según el día, o las noticias o lo que encontraran en las RRSS, tenían un ánimo más alto o más bajo.
Hubo quienes no necesitaron toda esta información porque lo vivieron en sus propias carnes y bastante tuvieron con soportarse a sí mismos.
Hubo quienes decidieron vivir anestesiados/as y no pensar, porque pensar puede llevar a sitios no deseados, o porque la TV, RRSS, Netflix, Amazon, etc. lo ponen demasiado fácil.
Hubo quienes decidieron aprovechar para mirar dentro y fuera (porque lo uno a menudo es reflejo de lo otro) pero sin juicio, cuestionarse más que cuestionar, crecer, expandir su conciencia…
Hubo quienes a duras penas sobrevivían antes de esta situación y de pronto la vida todavía se lo puso mucho más difícil.
Hubo quienes se supieron verdaderos afortunados y daban gracias a diario.
Y hubo quienes tenían días de un tipo, días de otro y días con horas para cada cosa. Y un arco iris de emociones.
Da igual donde te situaras tú. Pero ojalá no se te haya olvidado lo que aprendiste y lo que te prometiste. Y ojalá, posteriormente, hayas tenido en cuenta dos cosas muy importantes:
1. Que ojalá no te haya pasado factura, que no te hayas arrepentido de no haber aprovechado aquel tiempo tan valioso y tan carente en la vida que antes llevábamos.
2. Ante todo….cero juicio. Nada está mal. Simplemente es. Y responde a nuestro momento actual, que viene del pasado, pero con mirada ilusionante hacia el futuro.
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