
Se nos ha vendido por activa y por pasiva que las personas que nos rodean nos hacen de espejo y nos proyectan lo que hay en nosotros/as, tanto de manera luminosa, como nuestras sombras como lo que está en potencia. Y es verdad que habitualmente es así. Pero no siempre. Y el peligro que corremos es creer que todo lo que nos rodea nos habla directamente a lo que nos tenemos que trabajar. No querida. No querido. A veces puede suceder que te cruces con alguien con gastroenteritis y justo en el preciso instante en que pasa por tu lado, gira la cabeza hacia donde estás y vomita lo último que comió. ¿Tiene que ver contigo? No más que la casualidad de que en ese preciso instante estabas allí, ¿verdad?. Pues lo mismo puede suceder con alguien que de pronto te llega y te «vomita» sus toxicidades. Pregúntate si tiene que ver contigo. Si no es así, es como si alguien te llamara por un nombre que no es el tuyo. ¿Te girarías a ver qué quiere de ti?